Erase una vez, hace muchos, muchísimos
años, cuando la tierra aún estaba en pañales, en una era llamada Prehistoria,
un cavernícola que se llamaba Pok.
Pok vivía sólo, siempre sólo, buscando
las cuevas donde dormir, buscando animales para cazar, recogiendo fruta para
comer y los sitios con agua para beber y pescar. Todo lo hacía sólo. Pok no
tenía familia.
Un día, Pok llegó, bordeando la costa a
unas montañas. Como era temprano, pensó que sería buena idea investigarlas,
para buscar una cueva donde dormir esa noche. Muy despacio, escaló las montañas
y divisó un grupo de cuevas. Desde donde estaba Pok, las cuevas parecían muy
bonitas y espaciosas. Había muchas y estaban en dos sitios diferentes. Las que
estaban más arriba eran 8, aunque al cavernícola no le llamaron la atención. Se
fijó en las que estaban en la parte baja de la montaña.
De todas esas, Pok se interesó por una
de ellas. Desde su posición podía ver que esa cueva era muy luminosa, tenía dos
entradas protegidas del viento y la lluvia. Pero Pok se dio cuenta de una cosa,
allí vivía una tribu de cavernícolas.
Pok tuvo miedo, porque nunca había
hablado nunca con nadie. Desde su escondite, los observó con mucho cuidado, los
contó, uno a uno, hasta llegar a 25. Eran 15 niños y 10 niñas.
Desde su escondite, el pequeño
cavernícola se sentía seguro, observando a la tribu sin ser visto. De repente,
escuchó una voz a su espalda:
- ¿Quién eres tú?
Pok se quedó helado. Se giró y descubrió
una cavernícola que le miraba fijamente.
- Hola, me llamo Julik. ¿Y tú?
- Me, me, me… lla llamo Pok... - Titubeó
el chico.
- Eres muy gracioso ¡jajajajaja! Ven, te
presentaré a los míos.- Dijo Julik
La cavernícola agarró a Pok del brazo y
lo arrastró en dirección a la cueva. Al llegar allí, Julik le empezó a contar
la historia de la tribu, sus labores del día a día y en cómo se organizaban.
Los miembros de la tribu estaban
divididos en grupos y cada uno de ellos hacían tareas diferentes.
Estaban los exploradores, que se
ocupaban de vigilar el terreno y las manadas de animales para la caza. Pok
aprendió de ellos a seguir los rastros de los animales y a dibujar mapas para
luego poder encontrar diferentes cosas que la tribu escondía para épocas de
necesidad. Pok les enseñó a saber cuándo iba a llover y cuando iba a hacer sol,
y a encerrar a los animales menos peligrosos para poder cuidar luego de ellos.
En agradecimiento, los exploradores le
regalaron a Pok semillas de una hierba que cultivaban, que servía para curar
heridas y como aderezo de carnes.
También estaban los cazadores, los
pescadores y los recolectores, que se encargaban de conseguir alimento para
toda la tribu. Pok aprendió de ellos a organizar una partida de caza, a separar
la piel de la carne y a usar la caña de pescar. Pok les enseñó a curtir las
pieles para que durasen más tiempo, a tejer una red de pesca para conseguir más
peces del río.
Este grupo le regaló a Pok las semillas de la fruta que más le
gustaba a la tribu, ideal para acompañar el pescado y la carne.
Estaban los arquitectos, que se
dedicaban a mejorar las condiciones de la cueva para aprovechar el calor del
fuego y a arreglar la humedad construyendo aislantes con paja y yeso. Pok
aprendió de ellos cómo trabajar con esos materiales y el pequeño cavernícola
les enseñó a hacer murallas para proteger mejor la cueva del viento y la
lluvia. Entre todos descubrieron como transportar cosas pesadas de un lado a
otro, utilizando unas piezas redondas a las que llamaron ruedas.
En
agradecimiento, los arquitectos le regalaron a Pok las semillas de una planta
que hacía que la piedra más dura pudiese ser modelada como el barro.
Otro grupo eran los protectores y
creadores del fuego, que sabían cómo hacer fuego de varias formas y lo
vigilaban para que mantuviese el calor de la cueva. También se encargaban de
buscar los materiales para hacerlo y mantenerlo, las piedras, la madera y la
hierba seca. Pok aprendió de ellos su técnica y les enseñó otras que había visto
a otros pueblos.
Para darle las gracias, le regalaron a Pok un colgante con dos
piedras, una de magnesio y otra de carbón, ideales para hacer fuego en
cualquier ocasión.
Y por supuesto, estaban los artistas,
encargados de decorar la cueva con dibujos de animales y de escenas de caza,
adornar la piel de los cavernícolas con bonitos colores, inventar bailes y
músicas y entretener a la tribu con todo tipo de juegos. También se encargaban
de buscar los pigmentos a partir de la naturaleza, a partir de las plantas y
animales. Pok aprendió de ellos la belleza que se puede contemplar con el arte,
las mezclas y los materiales que usaban para hacer los colores. Pok les enseñó
cómo crear pinceles con pelo de animal para hacer pinturas más bonitas y a
realizar figuras con barro cocido o de piedra tallada.
En agradecimiento,
tatuaron la piel de Pok con los colores de la tribu y le dieron las semillas de
las plantas y frutas que usaban para hacer los colores.
Durante un mes entero, Pok aprendió
muchísimas cosas de la tribu pero, sobre todo, aprendió que una tribu es mucho
más que un grupo de personas que viven juntas, una tribu significa palabras
como familia, compañerismo, amistad, amor y colaboración. Así que, al día
siguiente, decidió marcharse. Después de despedirse de todos, emprendió un
nuevo camino, que todos sus nuevos amigos podrían seguir, ya que Pok fue
plantando cada 400 pasos una de las semillas que le habían regalado, dibujando
su ruta en las paredes y escondiendo víveres y provisiones en cada cueva en la
que dormía.
De este modo, cualquiera podría seguir
los pasos de Pok en el futuro y tener lo necesario para poder llegar a
encontrarlo.
Aunque Pok se hubiese marchado de la
cueva de la tribu, cada uno de ellos sabía que el pequeño cavernícola es
y sería siempre miembro de la tribu y en su corazón los guardaría a todos como
sus amigos, sus compañeros… su familia.
A las clases de Educación Infantil del C.E.I.P. de Prácticas, en especial, la de 6º de Infantil.