Cada vez que las olas rompen en las rocas, si escuchas con atención, puedes oír el nombre de una pequeña sirena...
" Soliris Elea, Soliris Elea....."
El mar la llama con cada ola, porque no puede vivir sin verla, sin notar sus brazos y su colita moverse, haciéndole cosquillas, provocando una carcajada de espuma en las crestas de cada ola. Soliris Elea adora nadar.
Al amanecer, Soli se tumba en la roca de la bahía, viendo como el sol se despereza y surca el cielo, acariciando a las nubes que, ruborizadas, se tiñen de naranja y rosa. La pequeña sirena quiere hacer lo mismo que el sol, tumbarse en las acolchadas nubes y volar por el cielo con la misma rapidez que nada por el océano.
No es que no le guste el mar, ni mucho menos, lo que pasa es que Soliris Elea quiere más, mucho más....
Decidida, la pequeña sirena le preguntaba a su mami, Irene, la reina de los mares del caribe, cada noche:
- Mami, ¿por qué no puedo volar como el sol o como los pájaros?
Irene, mientras arropa cariñosamente a la pequeña sirena con la mullida manta de algas, le responde siempre:
- ¿Quién dice que no puedes hacerlo? El día de tu cumpleaños te enseñaré cómo volar con el sol, te lo prometo.
- Pero mamiii ¡¡¡aún falta muchoooo!!! - Protestaba la sirenita.
- El tiempo pasa deprisa mi vida, no seas impaciente. Vas a ver que todas las cosas buenas de la vida siempre se hacen esperar - Respondía Irene con voz dulce y tranquila.
- Pero mamiiii... - Suplicaba Soli entre bostezos.
- Mi amor, es hora de dormir, pero vas a ver como en tus sueños, si lo deseas con fuerza, podrás surcar los cielos como tu amigo el sol - le dice su madre con voz cariñosa mientras la pequeña va cerrando los ojos.
Los días pasaban y Soli se impacientaba. Era tal su curiosidad que se pasaba los días preguntando a todos los habitantes del mar de coral, pero ninguno de ellos sabía decirle como una pequeña sirena podía ser capaz de volar.
Le preguntaba a las joyeras de las sirenas, las ostras, pero no lo sabían y estaban muy ocupadas trabajando en una joya que tenían que entregar.
Le preguntaba a su amigo Ampo el hipocampo, pero como era joven como ella, no era capaz de darle una respuesta, aunque la entretenía a cambio enseñándola a bailar.
Le preguntaba a los jardineros del mar, las langostas y los cangrejos, pero lo único que hacían era mirarse los unos a los otros, sin dar una respuesta.
Le preguntaba al pez payaso y a la manta raya, pero cada vez que lo hacía, cada uno de ellos se escondía, el primero dentro de las anémonas y el segundo bajo el manto de arena, así que decidieron quedar cada día para jugar al escondite en el manto de coral.
Llegó a preguntarle a la cascarrabias de las rocas, Lorena la Morena, pero antes de que la pequeña sirena terminase la pregunta, Lorena la interrumpió y la echó de su casa de malos modos...
Le preguntaba a su amigo Ampo el hipocampo, pero como era joven como ella, no era capaz de darle una respuesta, aunque la entretenía a cambio enseñándola a bailar.
Le preguntaba a los jardineros del mar, las langostas y los cangrejos, pero lo único que hacían era mirarse los unos a los otros, sin dar una respuesta.
Le preguntaba al pez payaso y a la manta raya, pero cada vez que lo hacía, cada uno de ellos se escondía, el primero dentro de las anémonas y el segundo bajo el manto de arena, así que decidieron quedar cada día para jugar al escondite en el manto de coral.
Llegó a preguntarle a la cascarrabias de las rocas, Lorena la Morena, pero antes de que la pequeña sirena terminase la pregunta, Lorena la interrumpió y la echó de su casa de malos modos...
Día tras día el mismo interrogatorio a los habitantes del mar de coral, noche tras noche las mismas súplicas a su mami antes de dormir....
Hasta que llegó el tres de abril, el día del cumpleaños de Soliris Elea. Cuando la sirena empezó a abrir sus grandes ojos, notó que había algo raro.... No estaba en su cama. El sol estaba a punto de salir y la pequeña sirena se vió, por un instante, perdida, pero la voz de su madre la tranquilizó al instante.
- Buenos días Soliris, ha llegado tu cumpleaños y tal y como te he prometido, hoy vas a aprender a volar con tu amigo el sol. Este es un regalo de todos los habitantes del mar de coral. Todos, a su manera, han participado.
Las ostras, por su parte, te han hecho unas alas con hilo dorado de mejillón y polvo de perla, lo que te ayudará a que tu vuelo sea lo más largo posible. ¡Venga, póntelas! Estás preciosa...
Soliris Elea no sabía que decir...
Los cangrejos y langostas han estado cuidando el jardín de algas para que tu aterrizaje sea lo más seguro y blando posible, quitando cada una de las raíces duras y las púas. Un trabajo agotador.
La manta raya y el pez payaso han sido los encargados de ponerte en forma todos estos días, enseñándote cómo manejar tu cola y tus manos para tener equilibrio, además de darnos al resto espacio para que la sorpresa no sé echase a perder.
Lorena la Morena ha estado ocupada diseñando y preparando un banquete digno de una princesa del mar de Coral, encargando productos muy difíciles de encontrar y cocinando con mimo y esmero cada uno de ellos.
Ampo el hipocampo nos ha enseñado a todos los habitantes del mar del caribe el baile de Soliris Elea, una danza que él ha inventado y que después de tu vuelo todos bailaremos agarrados.
- Oh mami, no sé qué decir. He sido un incordio para todos y vosotros preparándome algo tan especial.
- No lo sientas mi niña, eres curiosa y despierta. Todos te queremos tal y como eres.
Y ahora dime, estás preparada para tu vuelo? El sol está a punto de salir y todos te están esperando.
Y ahora dime, estás preparada para tu vuelo? El sol está a punto de salir y todos te están esperando.
Soli se incorporó y vio que todos sus amigos estaban alineados en dos filas, en línea recta.
- Lo estoy mami. ¡Vamos allá!
- Muy bien. Esto es lo que tienes que hacer. Nada tan rápido como puedas, sigue la línea que marcan tus amigos. Al final de ella te espera Elena la ballena, que te impulsará hacia el cielo.
- Lo haré mami! Seré la más rápida de los mares de coral.
La pequeña sirena sé metió en el agua de un salto, sumergiéndose para coger impulso. Empezó a mover su cola cada vez más rápido, siguiendo la línea que marcaban sus amigos. A su paso, el mar se revolvía muerto de risa, formando olas de carcajadas cada vez más grandes, lo que provocaba que Soli fuese una estela plateada y dorada sobre el fondo azul cielo. Podía ver la boca abierta de Elena la ballena abierta esperándola, y por un segundo, dudó. Pero recordó las palabras de Irene, su mami, y nadó mucho más rápido, cerrando los ojos al entrar en la oscuridad. De repente, notó como si el viento empujase su cuerpo hacia el cielo, sintiendo la brisa fresca en sus mejillas. Abrió los ojos y solo pudo ver el sol, pero se movía, estaba volando. Miles de peces voladores la llevaban por el aire como si estuviese saltando de nube en nube, acompañando a su amigo el sol en su despertar matutino por la senda de arco iris que las gotas del mar formaban con los rayos de luz. Podía ver a sus amigos en el agua, riendo y bailando.
Pero lo que más le gustó ver es su reflejo en el mar. Ella siempre había volado, pero nunca se había dado cuenta de que su cielo era el océano, y que uno se refleja en el otro.
Volvió a cerrar los ojos, mientras caía y pensó.....
Volvió a cerrar los ojos, mientras caía y pensó.....
¡¡¡GRACIAS AMIGOS, GRACIAS MAMI!!!
¡¡¡SOY LA SIRENA MÁS FELIZ DEL MUNDO!!!
¡¡¡OS QUIERO!!!
Para Soli. Este cuento no hace otra cosa que contar lo que el amor de una madre es capaz de lograr.
Para Irene. Espero haber sabido dibujar con palabras las ideas que revoloteaban en tu cabeza y en tu corazón.
Me gusta pensar que mi lápiz, en este caso, ha sido tu voz.
Para Irene. Espero haber sabido dibujar con palabras las ideas que revoloteaban en tu cabeza y en tu corazón.
Me gusta pensar que mi lápiz, en este caso, ha sido tu voz.
Gracias Laura!!!
ResponderEliminarMis cuentos son en parte vuestros, de los que los leéis y los contáis a los mas pequeños, como lo hago yo con mi hijo.