martes, 22 de abril de 2014

LAILA

Cuenta la leyenda que hay una doncella que tiene un trabajo muy particular, cuidar de los sueños de la gente, sobre todo de los niños y niñas...

Dicen las historias que una noche, hace mucho tiempo, una mujer paseaba con su hija y su marido  bajo las estrellas. Decidieron descansar en un claro, acostados mirando como los peces de la constelación de Piscis nadaban a lo largo del mar del firmamento.

La mujer se quedó profundamente dormida, respirando el olor a hierba fresca que los campos desprendían como fuentes naturales de fragancia fresca, sin saber que ese aroma que la hierba liberaba era el encargado de adormecer a los ruidosos grillos que por las noches desvelaban a las criaturas más ancianas de la arboleda.

Cuando se despertó, una niebla blanca y espesa lo cubría todo. No era capaz de ver ni a su hija ni a su compañero. Buscó y buscó por todos los lugares, angustiada y nerviosa, dejó que el miedo trepase por sus piernas hasta llegar a su corazón, lo que hizo que la mujer no encontrase nunca a sus seres queridos ni el camino de vuelta a casa. Estaba tan triste que, llegando casi el amanecer, huyó del sol y se acercó a la luna, susurrándole al oído su petición:

- ¡Quiero vivir contigo en la noche!

La Luna, testigo del acontecimiento, concedió a la mujer su deseo.

- Vivirás conmigo en la noche pero, a cambio, tendrás que trabajar para mi. A partir de ahora te llamarás Laila, y te encargarás de cuidar los sueños de la gente, vivirás para que los demás, al dormir, sueñen cosas tan bonitas como tus días anteriores al de hoy. Sólo podrás dejar este trabajo cuando vuelvas a encontrar a tu familia en sus sueños, mientras tanto, 

Laila aceptó sin pensarlo, a toda prisa, sin tener en cuenta que no iba a ser la única cuidadora de los sueños de la gente, se necesitan muchos cuidadores para cuidar los sueños de todo el mundo. Además, que pudiese encontrar a su familia no iba a depender de ella, dependía de la luna y sobre todo de que su familia nunca se olvidase de ella, soñase con ella por las noches, mantuviese su recuerdo vivo.

Con el tiempo y la espera, sus ojos se llenaron de las lágrimas de los niños que se despiertan por las noches y se volvieron azules turquesa y su pelo se volvió dorado como los primeros rayos de sol que ves al despertarte. Su piel es blanca brillante como la de la luna llena en las noches de verano y sus dedos tejen cada atardecer las historias que los niños y niñas sueñan cada vez que cierran los ojos por las noches. Se alimenta de las sonrisas que desprenden los más pequeños cuando piensan en sus dulces preferidos o en los juegos que les divierten. Trabaja cada noche sin descanso, esperando que en una de ellas pueda volver con su familia y ser feliz otra vez, desincrustando el miedo que le atrapa cada día un poco más su pobre corazón.

Ahora que ya sabes la historia quizás, entre todos, podamos ayudar a la pobre Laila, que un día dejó entrar al miedo en su corazón y paga ese momento día tras día. 

No sabes cómo ayudarla ¿verdad? Yo te lo voy a contar.

Un minuto antes de dormir piensa en la historia de Laila. A lo mejor, por arte de magia, tus sueños y los de su familia se unen, haciendo de hilo conductor entre Laila y su familia. Si eso ocurriese, Laila sería libre y se quedaría siempre al lado de sus seres queridos.
Ya sé que estarás pensando que la Luna es muy lista y que es una posibilidad muy remota pero....

¿QUÉ PUEDES PERDER POR INTENTARLO?





Sé que un día de esta pequeña historia saldrá una grande por capítulos... 
Está dedicada a todas las personas que un día dejaron pasar al miedo y también a las que os sentís o os habéis sentido criaturas de la noche.