lunes, 29 de abril de 2013

SHE Y LA, DOS PECES EN EL ESTANQUE

She y La eran dos peces.
She y La eran dos peces que nadaban en un estanque.
She y La eran dos peces que nadaban en un estanque haciendo carreras.
She y La eran dos peces que nadaban en un estanque haciendo carreras, siempre en circulos.
She y La eran dos peces que nadaban en un estanque haciendo carreras, siempre en círculos, uno detrás del otro, nunca juntos.
She y La eran dos peces que nadaban en un estanque haciendo carreras, siempre en círculos, uno detrás del otro, nunca juntos, y se sentían sólos.
She y La eran dos peces que nadaban en un estanque haciendo carreras, siempre en círculos, uno detrás del otro, nunca juntos, y sentían sólos, tan sólos que un día los dos peces dejaron de correr.

She y La, los dos peces, se miraron a través de las cascadas de gotas que golpeaban con besos el líquido cián del estanque. Sabían que para no seguir siendo dos peces solitarios debían de ceder parte de su forma de ser impetuosa para ganar un gran premio, la compañía de su compañero de juegos.

She y La, los dos peces del estanque se miraron otra vez, y sin saber porqué, sonrieron. Los dos al unísono, movieron sus aletas, de forma tranquila primero y poco a poco más y más rápido hacia el centro del estanque hasta casi encontrarse, a pocos centímetros. Los dos estaban nerviosos y en vez de hablar, unas burbujas saliron de sus bocas, haciéndoles cosquillas en las escamas...

Grandes risotadas soltaron los dos peces, soltando más burbujas, provocando más cosquillas y mas risas. Durante mucho rato estuvieron los dos peces del estanque, y se dieron cuenta que nunca en sus vidas de pez habían reído tanto. Los dos eran felices.

Y así fue como She y La, los dos peces que nadaban en un estanque haciendo carreras, siempre en círculos, uno detrás del otro, nunca juntos, y se sentían sólos se convirtieron en She y La, los dos peces que nadaban, jugaban, reían y se divertian juntos, nunca solos, por saber ceder parte de su espacio en favor de un bien común.

A Sheila, a la que un dia, sentados en el borde de un estanque, le prometí hacer un cuento parecido al que os he contado.

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